Delante del ordenador se encontraba todos los días, observando sus fotos; fotos hechas por él.
Se quedaba embelesado por su cabello rojizo, embobado con su sonrisa, hipnotizado por sus ojos y esas marcas en sus muñecas le hacían sentir que la tenía que cuidar.
Recordaba perfectamente el primer día que la conoció: era el 15 de junio, un jueves. Ella llevaba un vestido blanco con flores azules y turquesas; estaban en una cafetería. Ella estaba leyendo un libro mientras se tomaba un café. Se veía preciosa con el sol dándole en la cara.
Quería hablar con ella, pero siempre fue muy tímido.
Ella se levantaba, se iba a ir. Él decidió levantarse para saludarla, no quería perder esa oportunidad.
Iba torpe, le temblaban las piernas. Le empezaban a sudar las manos, y su corazón iba demasiado rápido.
Ella se acercaba, y de repente ambos chocaron. A ella se le cayó el libro y el bolso.
- Disculpa – dijo con un hilo de voz.
- No pasa nada, tranquilo. Ha sido un accidente – dijo ella con una sonrisa hermosa.
Recogió sus cosas y se fue. Él seguía obnubilado.
- Al fin llegas, Calíope. ¡Eres una tardona!
- Lo siento, Alex, me entretuve pintando, ya sabes como soy. Te lo recompensaré.
“¡Alex! ¡Se llama Alex!” pensó mientras esbozaba una sonrisa. Nunca olvidaría su nombre y nunca se daría por vencido en conocerla.
Y así lo hizo, durante dos años estuvo buscándola por todas partes: por la calle, en redes sociales, yendo a esa cafetería todos los jueves… Cuando la volvió a ver, empezó a sacarle fotos. Cuando la encontró en twitter la comenzó a seguir, y todos los días miraba su Facebook; cuando ella empezó a escribir en un blog, vio la oportunidad para poder hablarle, y así lo hizo. Y cuando ella le respondía, era el más feliz. Pero descubrir que estaba con ese Salva, que había pasado la noche con ese Salva, lo enfureció.
Cada mañana veía sus fotos y se imaginaba una vida con ella. Y eso era lo que quería, quería vivir con ella por siempre sin que nadie los separase.
La quería solo para él. Alex solo sería suya y de nadie más.
jueves, 27 de marzo de 2014
Aprendiendo a amar - Capitulo 14: Nuevo mensaje
Alex se despertó en el sofá, había dormido toda la tarde. Estaba realmente agotada por ese día.
Buscó con la mirada donde se encontraba Salva, vio una nota en la mesita del café.
“Volveré para hacer la cena, he ido por mis cosas y de paso ya hago la compra. Si tienes hambre, quedó un poco de lasaña de la comida. Enseguida vuelvo. Te quiero.
Salva”
Se sintió más aliviada. Pero su preocupación volvió al verse la muñeca vendada. ¿Cómo pudo pensar en hacerlo de nuevo? Se sentía estúpida por ello.
Cogió el ordenador y observó que había un comentario larguísimo en su última entrada. Y como no, era de J.
“Claro que tienes motivos para seguir viviendo. Alex, eres una persona única y te mereces todo lo bueno de esta vida, claro que en el pasado te torturaron y te hicieron todo ese daño; pero ahora la gente que te rodea no lo hace. Por favor, no te hagas daño. Te necesito más de lo que crees, eres un gran soporte para mí; claro que no lo sabes porque sé que para ti Salva lo es todo. Ojalá estuviera en su posición para poder abrazarte y besarte. No sabes cómo te deseo, desde el primer momento que te vi. Por favor, no hagas ninguna tontería. Te amo.
-J”
Alex se quedó impresionada, no entendía cómo alguien podía decir te necesito o te amo así como así, y menos sin conocerlo o saber su nombre completo.
En ese instante, decidió investigar quien era ese hombre, ya que tenía curiosidad pero al mismo tiempo miedo.
Llamó a su amigo Emilio, era informático y un hacker que impresionaba, le preguntó si podría rastrearlo o algo por el estilo. Emilio le dijo que no había ningún problema, que en un par de días lo sabría.
Decidió no responderle, empezaba a desconfiar. Y Alex, hacía bien en hacerlo.
Buscó con la mirada donde se encontraba Salva, vio una nota en la mesita del café.
“Volveré para hacer la cena, he ido por mis cosas y de paso ya hago la compra. Si tienes hambre, quedó un poco de lasaña de la comida. Enseguida vuelvo. Te quiero.
Salva”
Se sintió más aliviada. Pero su preocupación volvió al verse la muñeca vendada. ¿Cómo pudo pensar en hacerlo de nuevo? Se sentía estúpida por ello.
Cogió el ordenador y observó que había un comentario larguísimo en su última entrada. Y como no, era de J.
“Claro que tienes motivos para seguir viviendo. Alex, eres una persona única y te mereces todo lo bueno de esta vida, claro que en el pasado te torturaron y te hicieron todo ese daño; pero ahora la gente que te rodea no lo hace. Por favor, no te hagas daño. Te necesito más de lo que crees, eres un gran soporte para mí; claro que no lo sabes porque sé que para ti Salva lo es todo. Ojalá estuviera en su posición para poder abrazarte y besarte. No sabes cómo te deseo, desde el primer momento que te vi. Por favor, no hagas ninguna tontería. Te amo.
-J”
Alex se quedó impresionada, no entendía cómo alguien podía decir te necesito o te amo así como así, y menos sin conocerlo o saber su nombre completo.
En ese instante, decidió investigar quien era ese hombre, ya que tenía curiosidad pero al mismo tiempo miedo.
Llamó a su amigo Emilio, era informático y un hacker que impresionaba, le preguntó si podría rastrearlo o algo por el estilo. Emilio le dijo que no había ningún problema, que en un par de días lo sabría.
Decidió no responderle, empezaba a desconfiar. Y Alex, hacía bien en hacerlo.
Aprendiendo a amar - Capitulo 13: Vuelta a la realidad
Sonó el timbre y Alex volvió a la realidad. Soltó el cuchillo.
Volvieron a timbrar, y esta vez petaron en la puerta con insistencia.
Salió de la bañera, fue hacia la puerta y abrió. Salva estaba al otro lado y Alex no pudo contener el abrazarlo y empezar a llorar.
- Estás empapada, ¿qué te ha pasado?
Salva se fijó en la muñeca izquierda de Alex, por ella corría la sangre.
- ¿Qué has hecho? – le preguntó angustiado.
- Yo… yo – Alex comenzó a llorar de nuevo.
- Ven, tienes que cambiarte la ropa, ya de paso te curaré esa herida.
Salva la llevó hacia el baño, cogió su mano y con una toalla tapó la mutilación. Buscó en el botiquín lo necesario para hacer la cura. Así lo hizo, le vendó la muñeca mientras su mano temblaba por el temor, quizás.
- Ahora cámbiate la ropa mojada, ¿está bien?
Alex se fue hacia su cuarto. Al volver, vio que Salva había hecho té y la esperaba en el sofá. Ella se sentó a su lado. Salva le tendió una mano y le dio la taza de té. Alex se quedó petrificada mirando aquella taza blanca, no podía mirar a los ojos de Salva.
El silencio que había era abrumador, solo se oía el fuego ardiendo en la chimenea.
- ¿Por qué lo has hecho? Creía que eso era el pasado, Alex.
- A veces el pasado vuelve – respondió sin quitar la mirada de la taza.
- Ya sé que vuelve, pero Alex, esa no es la solución. Pase lo que pase, me tendrás siempre aquí; soy tu amigo, bueno, algo más después de lo de ayer, lo que quiero decir es que me importas y no sé qué haría sin ti. No sé qué haría si te pierdo.
- No digas eso, si me pierdes aún tienes una vida por vivir. Está tu novia y…
- Alex, no. No tengo novia por ahora. Mientras esté aquí no existe, ahora la única que me importas eres tú.
Alex no se podía creer lo que escuchaba. Se negaba a pensar que un hombre la quisiera.
- Te necesito y tú me necesitas a mí, así que me quedaré a tu lado – Salva dijo sosteniendo la cabeza de Alex – Te lo prometo.
Por el rostro de Alex cruzó una lágrima, ambos acercaron sus caras y se fundieron en un beso.
Alex volvía a sonreír, pero le costaría confiar otra vez.
Volvieron a timbrar, y esta vez petaron en la puerta con insistencia.
Salió de la bañera, fue hacia la puerta y abrió. Salva estaba al otro lado y Alex no pudo contener el abrazarlo y empezar a llorar.
- Estás empapada, ¿qué te ha pasado?
Salva se fijó en la muñeca izquierda de Alex, por ella corría la sangre.
- ¿Qué has hecho? – le preguntó angustiado.
- Yo… yo – Alex comenzó a llorar de nuevo.
- Ven, tienes que cambiarte la ropa, ya de paso te curaré esa herida.
Salva la llevó hacia el baño, cogió su mano y con una toalla tapó la mutilación. Buscó en el botiquín lo necesario para hacer la cura. Así lo hizo, le vendó la muñeca mientras su mano temblaba por el temor, quizás.
- Ahora cámbiate la ropa mojada, ¿está bien?
Alex se fue hacia su cuarto. Al volver, vio que Salva había hecho té y la esperaba en el sofá. Ella se sentó a su lado. Salva le tendió una mano y le dio la taza de té. Alex se quedó petrificada mirando aquella taza blanca, no podía mirar a los ojos de Salva.
El silencio que había era abrumador, solo se oía el fuego ardiendo en la chimenea.
- ¿Por qué lo has hecho? Creía que eso era el pasado, Alex.
- A veces el pasado vuelve – respondió sin quitar la mirada de la taza.
- Ya sé que vuelve, pero Alex, esa no es la solución. Pase lo que pase, me tendrás siempre aquí; soy tu amigo, bueno, algo más después de lo de ayer, lo que quiero decir es que me importas y no sé qué haría sin ti. No sé qué haría si te pierdo.
- No digas eso, si me pierdes aún tienes una vida por vivir. Está tu novia y…
- Alex, no. No tengo novia por ahora. Mientras esté aquí no existe, ahora la única que me importas eres tú.
Alex no se podía creer lo que escuchaba. Se negaba a pensar que un hombre la quisiera.
- Te necesito y tú me necesitas a mí, así que me quedaré a tu lado – Salva dijo sosteniendo la cabeza de Alex – Te lo prometo.
Por el rostro de Alex cruzó una lágrima, ambos acercaron sus caras y se fundieron en un beso.
Alex volvía a sonreír, pero le costaría confiar otra vez.
sábado, 15 de febrero de 2014
Aprendiendo a amar - Capitulo 12: Desahogo
Alex subió las escaleras para llegar a su
piso, al llegar a la puerta se encontró con un ramo de flores y una tarjeta:
“Gracias por lo de anoche, eres la mejor. Te quiero. S”
“Gracias por lo de anoche, eres la mejor. Te quiero. S”
Ese detalle la hizo sonreír, olió las flores;
eran flores de cerezo, sus favoritas. Las puso en un jarrón enfrente de la ventana
del salón.
Se dejó caer en el sofá, abrió el ordenador portátil y se puso a escribir.
“9 de Enero:
Este fin de semana ha sido el más completo de
todos.
He vuelto a ver a mi amigo Salva, hacía cinco
años que no le veía y ayer a la noche se desató la tensión que había entre ambos.
No sé si le volveré a ver, pero espero que sí, porque me hizo sentir única.
Bueno, caso aparte, Marfilia me ha empezado a
contar su historia, y por lo que lleva es una historia de amor seguro… Odio las
historias de amor, porque siempre son más bonitas que las mías. Y claro, vio
las cicatrices de mis muñecas y me preguntó a que se debían. Sí, le conté que
intenté quitarme la vida. Fue duro contarlo, porque me han vuelto los recuerdos
y esa sensación.
Ahora mismo no tengo motivos en mi vida para
seguir viviendo.
-Killer Queen”
Publicó la entrada a modo de desahogo, pero
las lágrimas volvieron a sus ojos. Se miró las muñecas, pasó el pulgar por una
de las cicatrices. Volvió a ella aquella sensación que sintió cuando la sangre
recorría sus manos.
Cerró los ojos, volvió a recordar. Se levantó
hacia la cocina, cogió un cuchillo.
Se fue al baño, abrió el grifo de la bañera hasta llenarla. Se metió completamente vestida, el agua estaba helada, volvió a sumergirse bajo ella; minutos así hasta que casi pierde el conocimiento. Emergió, cogió el cuchillo y…
Aprendiendo a amar - Capitulo 11: Recuerdos
Alex se
despertó con una sonrisa en la cara. Salva ya no estaba, pero a ella le daba
igual, o eso pensaba.
Al
estar contenta, decidió salir a pasear por la orilla del río y así también
podría fotografiar el paisaje. El camino era bastante largo, pero no le
importaba, ya que la atmosfera era increíble.
La niebla cubría el sendero y apenas había gente, tal y como le gustaba a Alex. Paseaba perdiendo la noción del tiempo. Miró el reloj, iba a llegar tarde y a Marfilia no le gustaba.
Llegó a
la plazoleta y la anciana no estaba en el balcón, Alex se preocupó. Subió hasta
llegar a la puerta del piso, timbró y pasaban los minutos.
Finalmente, Marfilia abrió la puerta.
Finalmente, Marfilia abrió la puerta.
-
Hoy llegas un poco más puntual – le sonrió.
-
La próxima vez llegaré antes, ya verá. Por cierto, hoy no estaba en el
balcón, pensaba que le había ocurrido algo.
-
Hoy hace bastante frío, la verdad. Y mi edad ya no me permite pasar
por eso. Alejandra, haz el té mientras voy a encender la estufa.
-
Está bien, ¿el té como ayer? – preguntó Alex sin recibir respuesta.
Alex
hizo el té mientras la anciana se sentaba en un viejo sillón.
-
¿Por dónde habíamos quedado ayer? – dijo Marfilia cogiendo una
galleta.
-
En la niña que le había entregado la rosa blanca de parte de un
admirador.
-
Veo que estás atenta – empezó a reírse – Sé bien por dónde íbamos, te
lo preguntaba para saber si lo recordabas tú. Bueno, pues seguiré con la
historia.
>> Al siguiente día de recibir la rosa blanca, la niña volvió, pero esta vez para comprarme una rosa amarilla. Y siempre me decía que era de un admirador secreto. Todos los días durante semanas siempre me compraba una rosa, ya podría ser rosa, roja, blanca… Empezaba a sentir curiosidad sobre quien era ese hombre. Así que un día seguí a la niña para saber con quién hablaba.
>> Al siguiente día de recibir la rosa blanca, la niña volvió, pero esta vez para comprarme una rosa amarilla. Y siempre me decía que era de un admirador secreto. Todos los días durante semanas siempre me compraba una rosa, ya podría ser rosa, roja, blanca… Empezaba a sentir curiosidad sobre quien era ese hombre. Así que un día seguí a la niña para saber con quién hablaba.
Alex se
quitó la chaqueta, empezaba a tener calor. Se quedó en camiseta corta, y algo
llamó la atención de la anciana.
-
¿Qué son esas marcas que tienes en las muñecas, Alejandra?
-
No son nada, tranquila. Siga con el relato – dijo Alex intranquila.
-
No, eso de que no son nada no es cierto. Ahora mismo me lo dices –
exigió.
-
Es algo de mi pasado, es una historia un tanto triste.
-
Todas las historias tienen algo de triste, me gustaría saber esa
historia ahora.
Alex
dudó en contársela. Pero al fin y al cabo, Marfilia le estaba contando su
historia, así que ella empezó a hablar.
-
Está bien – Alex dio un largo suspiro – En el instituto sufrí lo que
llaman acoso escolar, recuerdo como me insultaban o como me escupían, hasta un
día me tiraron por las escaleras y casi me queman la cara. Cada día estaba
peor, yo me culpaba de todo. Y cada día estaba más deprimida.
Todos los días era la misma rutina, así que un 9 de Febrero, recuerdo bien la fecha, llegué a casa, cogí un cúter y me hice lo que ves en las muñecas. Casi muero, pero mi padre llegó a tiempo y me llevo al hospital. Salí de eso, pero aun hoy en día cada vez que veo estas marcas recuerdo esos momentos. Por eso intento ocultarlas.
Todos los días era la misma rutina, así que un 9 de Febrero, recuerdo bien la fecha, llegué a casa, cogí un cúter y me hice lo que ves en las muñecas. Casi muero, pero mi padre llegó a tiempo y me llevo al hospital. Salí de eso, pero aun hoy en día cada vez que veo estas marcas recuerdo esos momentos. Por eso intento ocultarlas.
-
¡Dios mío! No sabía que hubieses sufrido eso todo – dijo la anciana
con una expresión de lamento en la cara.
-
Ya… Marfilia, siento decirle que se me hace tarde, ¿podríamos dejarlo
para otro día?
-
Por supuesto, mañana seguiré contándote mi historia – sonrió
amablemente.
Alex
según salió por la puerta, se sentó en las escaleras y se echó a llorar. Hacía
mucho que esos recuerdos no le venían a la memoria.
Aprendiendo a amar - Capitulo 10: Noche de pasión
Llegaron
al piso de Alex, la chimenea seguía encendida tal y como la dejó al irse.
-
Voy a ir por unas copas de vino, ¿tinto o blanco? – le preguntó Alex a
Salva mientras se quitaba el abrigo.
-
Siempre tinto, ¿no recuerdas?
Alex
cogió una botella de vino tinto y dos copas. Salva estaba delante de la
chimenea calentándose las manos. Alex se sentó en el sofá, al verla, Salva se
sentó a su lado.
-
¿Tienes frío?
-
Para no tenerlo, esta ciudad en el mes de Enero es un congelador. He
metido un par de leños más al fuego.
-
Mejor, siempre me gusta tenerla encendida – respondió Alex
mientras llenaba las copas.
-
Aún recuerdo ese día en el que estábamos aquí y nos mirábamos
fijamente, y de repente entró el idiota de Manuel a interrumpirnos.
-
¿Interrumpir el qué?
ç
Alex
sabía bien la respuesta, pero quería que Salva lo dijera.
Ambos comenzaron a clavarse la mirada, Alex sentía como su corazón empezaba a latir fuertemente. Salva se iba acercando cada vez más, Alex notaba su respiración. Seguían mirándose y acercándose más. Parecía que el corazón se le iba a salir del pecho, Alex no podía más.
Se
fundieron sus labios en los de Salva, y él no se resistía. Sus labios estaban húmedos,
y ella disfrutaba besándolos. Notó como la mano de él se introducía por debajo
de su blusa. Alex se la quitó mostrando sus pechos, él se quitó la camiseta.
Siguieron los besos apasionados y cada vez más fogosos. Salva besaba a Alex por el cuello, algo que la volvía loca.
Él
empezó a quitarse los pantalones, estaba bastante excitado, al igual que Alex.
Sus respiraciones iban más rápido, y los cuerpos se movían estremeciéndose.
Alex se levantó y se quitó lo que le quedaba de ropa; en el sofá, se puso
encima de Salva. Y susurrándole al oído le dijo: “Quiero hacerlo ya”.
Salva
obedeció, ella se movía lentamente sobre él mientras gemía. Él la besaba por
sus pechos al descubierto. El movimiento se hizo más intenso y Alex no paraba
de gemir. Ya notaba como se le iba la cabeza, el momento llegaba para ambos.
Ella gritó, él suspiró.
Alex
puso su cabeza sobre los hombros de Salva, estaba extasiada. Se volvieron a
besar, pero esta vez más cariñosamente.
Alex
caminó desnuda hacia la ducha, Salva la siguió. Y la noche continuó entre besos
y dejándose llevar por la pasión.
sábado, 1 de febrero de 2014
Aprendiendo a amar - Capitulo 9: Por la noche
Al ser
un sábado por la noche, el casco histórico de la ciudad se llenaba de gente con
la intención de reunirse en los varios bares que había en la zona. Más tarde
esas mismas calles se llenarían de jóvenes consumiendo alcohol y divirtiéndose
en los pubs aun cerrados.
Alex
contempló la vieja catedral. Ella siempre pensó que era siniestra, y de hecho
lo es en su interior; pero por la noche era hermosa. Las luces hacían que todos
los pequeños detalles surgieran. Alex lamentó no haberse llevado la cámara con
ella.
Siguió
caminando entre el gentío. De repente notó que alguien la llamaba, pero no hizo
caso.
-
¡Alex! ¡Ey, Alex! ¡Pelirroja! – gritaba una voz masculina.
Ya no
podía hacer como si no hubiese escuchado nada, era la única pelirroja de por allí.
-
¿Quién me llama? – miró alrededor.
-
¿Acaso no reconoces la voz de tu amigo Salva?
Alex se
sorprendió y le dio un gran abrazo. Hacía años que no lo veía, por lo menos
cinco años sin saber nada de él.
-
¡Salva, qué cambiado estás!
-
Tú también has cambiado, señorita – Salva mostró su sonrisa, a Alex
siempre le gustó esa sonrisa casi picara - ¿Te gustaría tomar algo y así nos
ponemos al día?
-
Por supuesto, contigo me iría hasta el fin del mundo; ¿recuerdas?
Ambos
recorrieron un par de calles hasta entrar en un local. Se sentaron en una mesa
apartada ya que no querían que alguien les molestase.
-
Bueno, ¿y que te cuentas? – preguntó Alex interesada.
-
Pues, como sabes estuve en Londres estos años, he terminado la carrera
y he conocido a una chica estupenda, aunque a veces dudo un poco; ¿pero quién
no tiene dudas en esta vida?
Alex se
desilusionó rápido, pues desde siempre se había sentido atraída por Salva y
ella notaba como él también lo hacía, pero el tiempo hizo su trabajo.
-
¿Y qué me cuentas de ti, Alex?
-
Pues aún sigo con mi pasión de la fotografía, y en terrenos amorosos
pues digamos que estoy soltera. No soy muy buena en esos temas – se rio para
disimular su tristeza.
-
Pues no sé por qué no eres buena, eres una persona cariñosa y
espectacular.
-
Gracias, pero sabes que no…
-
Bueno, no quiero discutir contigo en este tema. Hoy solo quiero
pasármelo bien.
-
¡Última ronda! – gritó el camarero.
-
Vaya, parece que van a cerrar, y yo que quería seguir charlando
contigo – dijo Salva.
-
Si quieres podemos ir a mi piso, no está muy lejos, ¿te apetece?
-
¡Contigo hasta el fin del mundo!
Aprendiendo a amar - Capitulo 8: La historia jamás contada
Alex se
despertó con el sol dándole en la cara, hacía un día hermoso. Era un sábado
perfecto.
En vez
de darse una ducha, decidió tomar un baño relajante; sentía que lo necesitaba
tras toda la angustia de la noche anterior.
Preparó todo: agua, jabón, velas y música de Wagner. Se metió en la bañera; el agua estaba bastante caliente y a Alex le gustaba. Cerró los ojos, sonaba “La Valquiria”, los coros eran perfectos. Alex comenzaba a tranquilizarse, se sumergió por completo en la bañera, sentía alivio y paz. Pasados unos minutos, notaba como ya le faltaba el aire, se incorporó de inmediato abriendo los ojos. Era el momento de terminar ese baño.
Llegaba
tarde, pero allí estaba ella. Marfilia como siempre estaba en el balcón.
Alex
subió al piso de la anciana.
-
Llegas tarde, no me gusta esa gente – reclamó la señora desde el
balcón.
-
Lo siento, me entretuve. He traído las pastas ¿quiere que haga un poco
de té?
Marfilia
asintió con la cabeza. Alex fue a la cocina y puso la tetera en el fuego,
mientras observó el piso de la anciana.
Apenas había fotos o cuadros, era todo muy austero. Sin embargo sí que había algo que llamó la atención de Alex, la pared donde estaba el aparador estaba pintada a trazos de los colores blanco, rojo, rosa y amarillo sobre la pared verde. Sólo esos colores, como si el muro se tratase de un lienzo.
-
¿Te gusta esa pared? – pregunto Marfilia sorprendiendo a Alex.
-
Eh… Sí, me parece curiosa.
-
Pues forma parte de la historia. Trae el té y te la empezaré a contar
– Alex llevó el té y las pastas al balcón – Te digo desde ahora que es bastante
larga, ¿seguro que quieres saberla?
-
Por supuesto, nada me agradaría más que escuchar una buena historia.
-
Está bien, jamás se la he contado a alguien, eres una privilegiada –
empezó a reírse – Bueno, pues empezaré por el principio.
>> Como notarás por mi acento, yo no soy de aquí. Yo provengo de un pequeño pueblo de Portugal. Mi familia era muy pobre y mi padre un buen día decidió trasladarse a esta ciudad para comenzar una nueva vida, pues creía que nos iría mejor. Llegué aquí con la edad de 14 años, y como necesitábamos el dinero me puse a vender flores por estas calles. Mi lugar preferido era esa fuente, ya que me gustaba admirar los edificios y la catedral. Aun ahora me gusta hacerlo, es hermosa, ¿no crees? – Alex asintió, ella también lo pensaba – Además, también me gustaba ponerme los domingos ahí porque la gente rica salía de misa y siempre estaban dispuestos a pagar una buena cantidad de dinero por rosas recién cortadas.
Un buen día, una niña se acercó a mí. Me compró una rosa blanca, se la di con buen gusto. Se quedó mirándome y dijo: “Es para usted, bella dama. Un caballero me envía para dársela”. Me quedé perpleja, nunca antes un hombre me había regalado una flor. Claro está que era bastante joven, pero me gustó ese detalle. La niña no quiso decirme quien era el hombre, pues decía que era un admirador secreto. No le di mucha importancia, ya que seguro que para la próxima vez ya no volvería a pasar, pero estaba equivocada – la anciana dio un largo suspiro – Querida Alejandra, se está haciendo tarde, es mejor seguir otro día ¿no te parece?
>> Como notarás por mi acento, yo no soy de aquí. Yo provengo de un pequeño pueblo de Portugal. Mi familia era muy pobre y mi padre un buen día decidió trasladarse a esta ciudad para comenzar una nueva vida, pues creía que nos iría mejor. Llegué aquí con la edad de 14 años, y como necesitábamos el dinero me puse a vender flores por estas calles. Mi lugar preferido era esa fuente, ya que me gustaba admirar los edificios y la catedral. Aun ahora me gusta hacerlo, es hermosa, ¿no crees? – Alex asintió, ella también lo pensaba – Además, también me gustaba ponerme los domingos ahí porque la gente rica salía de misa y siempre estaban dispuestos a pagar una buena cantidad de dinero por rosas recién cortadas.
Un buen día, una niña se acercó a mí. Me compró una rosa blanca, se la di con buen gusto. Se quedó mirándome y dijo: “Es para usted, bella dama. Un caballero me envía para dársela”. Me quedé perpleja, nunca antes un hombre me había regalado una flor. Claro está que era bastante joven, pero me gustó ese detalle. La niña no quiso decirme quien era el hombre, pues decía que era un admirador secreto. No le di mucha importancia, ya que seguro que para la próxima vez ya no volvería a pasar, pero estaba equivocada – la anciana dio un largo suspiro – Querida Alejandra, se está haciendo tarde, es mejor seguir otro día ¿no te parece?
-
Como usted quiera, para mi será todo un placer volver mañana a
escucharla.
-
No vuelvas a tratarme de usted,
ya te lo dije antes. Aun soy joven – una carcajada profunda salió de su garganta.
-
Está bien, pues mañana vendré a verte.
Ambas
se despidieron.
Alex
emprendió rumbo a su casa, pero era una noche preciosa. Así que decidió caminar
entre las viejas callejuelas.
Aprendiendo a amar - Capitulo 7: Nueva entrada
Al
llegar a casa, Alex tuvo la necesidad de escribir en el blog.
“7 de
Enero:
Hoy he
conocido a una señora estupenda. Su nombre es Marfilia, hemos llegado a un
trato, ella me va a contar poco a poco porque está todos los días en el balcón
mirando a una fuente y yo tendré que hacerle compañía con unas pastas y té.
Tengo esa curiosidad de saber la historia, aunque sea una tontería, quiero
saberla.
Pero
bueno, no he venido aquí solo para decir eso; si no porque me siento
desanimada.
Hoy me
siento más fea de lo normal, nunca me gustó mirarme al espejo, pero hoy menos.
Me siento horrible.
Me siento horrible.
Ojalá
algún día llegue a ser guapa, y ojalá pueda verlo. Porque lo único que veo al
verme en el espejo es: a una chica gorda y fea, que está perdiendo la vista,
que tiene unos ojos horribles, que tiene una sonrisa falsa y que jamás en la
vida va a ser guapa. Ni siquiera llegar a ser bonita.
Mirarse
al espejo y darse asco: esa es mi vida. Y claro, me viene una pregunta a la
cabeza:
¿Quién
me va a querer si ni yo misma me quiero ni me tengo aprecio? ¿Quién?
-Killer Queen”
Alex
publicó la entrada con lágrimas en los ojos, se sentía realmente mal por su
aspecto desde hacía mucho tiempo, pero últimamente se había agravado el
problema.
Escuchó
el sonido de una notificación.
“Para
mí no eres fea, es más, me gustan tus ojos y tu pelo es precioso. Eres guapa,
créetelo. No te tienes porque dar asco. Y a tu pregunta, yo sé quién te quiere.
-J”
-J”
Alex lo
leyó varias veces, no se podía creer que alguien pensara que ella es guapa. De
hecho, no se lo creía, como siempre pensaba que se estaban burlando de ella. No
sería la primera vez.
Empezó
a creerse que ese J. solo quería ridiculizarla, nada más.
No
quiso responderle, y aun encima se enfadó. Tanto que toda la rabia empezó a salirle
en forma de gritos y lágrimas contenidas. Estuvo horas sollozando e increpando
a todo el mundo, histérica perdida. Gritando por todo el dolor sufrido y haciéndose daño ella misma en su cara.
Pero
cuando terminó y se tranquilizó se sintió muy bien. Todo aquello acumulado tras días de amargura
había salido y Alex se sentía más libre.
Aprendiendo a amar - Capitulo 6: El balcón
Alex
volvía a caminar por las viejas calles de la ciudad, mirando otra vez a los
edificios, observando con atención cada pequeño detalle. Y otra vez aquella
señora estaba en el balcón, sentada, contemplando hacia abajo.
Alex se
preguntó que qué hacía allí con el frío que hacía, que porqué estaba allí
mirando fijamente a la calle.
Siguió mirándola, se fijó que no miraba a la calle, si no que observaba atentamente a la fuente que había en esa plazoleta.
Siguió mirándola, se fijó que no miraba a la calle, si no que observaba atentamente a la fuente que había en esa plazoleta.
¿Por qué se fijaba solo en la fuente? Alex tenía esa duda.
La mujer
se dio cuenta de que Alex la observaba, le sonrió y le hizo un gesto con la
mano para que subiera al piso.
Dudó un momento de subir o no, pero al final subió.
Ya en
el balcón, Alex se sentó.
- Hola – dijo la señora mayor.
Ya de
cerca, Alex contempló que era mucho más mayor de lo que ella pensaba.
- Hola, gracias por invitarme a subir; mi nombre es Alejandra – tendió
la mano para dársela a la señora – Disculpe mi atrevimiento, pero me he fijado
que siempre está aquí mirando a esa fuente, y la verdad es que tengo la
curiosidad de saber por qué, ya que hace bastante frío y usted es… bueno,
mayor.
- Solo se es mayor cuando uno piensa así, yo no me considero mayor – dio
una carcajada mostrando su poca dentadura – ¿Así que quieres saber por qué
estoy aquí? Es una larga historia, y los jóvenes de hoy en día nunca tenéis
tiempo.
- Eso es cierto, siempre estamos corriendo de un lado para otro; pero
para alguien como usted tendré todo el tiempo del mundo.
- ¡Ja! Ya me gustaría a mí que lo tuvieses, nadie lo tiene – volvió a
reírse.
- ¿Y su nombre era…?
- No te lo he dicho, pero si quieres saberlo, me llamo Marfilia.
- Encantada de conocerla, Marfilia – Alex sonrió grácilmente.
- Por favor, no me trates de usted, ya te he dicho que no soy mayor.
Solo tengo 82 años, ¡estoy en la flor de la vida!- volvió a reírse más alto-
Bueno, supongo que querrás saber la historia.
- Me encantaría.
- Pues, hagamos un trato Alejandra. Te contaré la historia pero poco a
poco. Tendrás que venir a hacerme compañía todos los días y así te iré
contando, ¿será todo un sacrilegio para ti, no? – miró hacia Alex con una media
sonrisa en la cara.
- Para mí será todo un placer visitarla, es más, traeré pastas y té.
- ¡Estupendo! Mis dientes aún aguantaran en pie – Alex no pudo evitar
reír – Entonces, hasta mañana, Alejandra.
- Hasta mañana, Marfilia.
domingo, 26 de enero de 2014
Aprendiendo a amar - Capitulo 5: Consejos
Hacía
tiempo que Alex no llamaba a Calíope para charlar, así que la invito a casa
para tomar un café.
A las
cinco la tarde, Calíope se presentó en su casa con una botella de vino.
–¿Vino a estas horas? – reclamó Alex con una sonrisa en la cara.
- – Nunca es mala hora para tomarse una copa de vino y charlar con tu
querida amiga.
Calíope
era de esas chicas que siempre tenían respuesta para todo, y era todo lo
contrario a Alex. Calíope era alegre, sociable y lo que más le gustaba a Alex,
una gran conversadora. Siempre tenía algún consejo guardado. Y en ese momento,
Alex la necesitaba.
– Preciso tu ayuda – dijo Alex mientras servía el vino en unas copas –
Como sabrás, he dejado a Fran ya que me era infiel.
- – ¡Y bien que has hecho! ¡A eso no se le puede llamar hombre!
- – El caso es que – Alex comenzaba a dudar – Bueno, es que… aun le
quiero, es difícil olvidar todo lo que pasamos juntos. No sé si me entiendes.
- – Claro que te entiendo – Calíope le agarró la mano a Alex – Todos en la
vida hemos estado enamorados de alguien, pero a veces ese amor se rompe, sea
cual sea el motivo. Y es normal que aún sientas algo por él, es muy reciente
todavía, y habéis estado mucho tiempo juntos. Lo que no puedes hacer es
cerrarte en banda y dejar de amar.
- – Ya lo sé, pero ahora tengo miedo a amar de nuevo – Alex dio un largo
trago a la copa.
- – Pues eso no deber ser así, tienes que darle oportunidades al amor y
nunca rendirte. Sé que encontrarás a esa persona, puede que pase un largo
tiempo, pero la encontrarás. El caso es que no debes rendirte, y tienes que ser
feliz por ti misma no porque alguien te haga feliz. Eso es lo que pienso,
puedes aceptar el consejo o dejarlo, pero solo quiero que seas feliz.
- –
¡Oye! – se sobresaltó Alex - ¿No serás tú ese tal J?
- – ¡¿J!? ¿De qué me hablas?
- – Bueno, es que empecé a escribir en un blog mis sentimientos y un tal
J. me ha dicho más o menos lo que me acabas de decir tú.
- – Pues te puedo asegurar que yo no he sido, querida – respondió haciendo
un gesto que hizo sonreír a Alex– Me gusta cuando sonríes, tienes que hacerlo
más a menudo.
- – Lo haré solo por ti, Darling
Alex y
Calíope siguieron toda la tarde con risas y charlando sobre arte, gusto que
tenían ambas en común. Mientras caía la noche la botella de vino se iba quedando vacía.
Alex
empezaba a sentirse feliz de nuevo.
Aprendiendo a amar - Capitulo 4: Melancolía
Lunes
por la mañana, a casi todo el mundo no le gustaban los lunes; pero a Alex no,
le encantaban y todo porque adoraba levantarse para ir a su trabajo.
Cogió
todo el material necesario, ese día solo tenía una sesión de fotos para una
boda. Como aún tenía tiempo decidió ir andando.
Le encantaba caminar por las calles del casco histórico, y mirar los edificios. Cada día descubría algo nuevo.
Hoy y
como casi siempre, en un balcón de esos edificios, estaba esa señora mayor
sentada observando a la gente que pasaba. Alex siempre se quedaba mirándola,
tenía algo especial. Iba siempre vestida de negro, y con un pañuelo blanco sobre la cabeza intentando ocultar el pelo canoso. Tenía las manos sobre las piernas, y siempre las tenía cruzadas. Así, inmóvil, como casi siempre. Alex sacó la cámara de la funda y le hizo una foto.
La señora
al ver lo que hacía Alex, le sonrió y le saludó con la mano. Alex le devolvió
el gesto, guardó la cámara y volvió a su camino.
Llegó
al trabajo, en el estudio no había nadie aún. Entonces decidió ir preparando
todo, y para eso puso música a todo volumen. Siempre lo hacía. La música era su
droga.
Mientras sonaba Queen de fondo, llegó la pareja de novios para hacerse las fotos de prueba.
Mientras sonaba Queen de fondo, llegó la pareja de novios para hacerse las fotos de prueba.
Terminada la sesión, comenzó a ver las fotos que había hecho. Se fijó que ambos eran felices, pues en cada foto, la sonrisa y las miradas de complicidad se notaban.
Empezó
a sentir una melancolía, ella quería eso: alguien que la mirase de aquella
forma, con amor.Como empezaba a sentirse mal, cogió el ordenador y empezó a
escribir en el blog.
“5 de
Enero:
Hoy he
hecho una sesión de fotos para una boda, y ver como esa pareja se miraba con
tanto amor, ver como sonreían al mirarse, ver esos besos de ternura; han hecho
que yo quiera lo mismo.
Pero temo hacerlo, temo que me vuelvan a hacer daño.
No sé si enamorarme de nuevo es la respuesta. No sé si abrir mi corazón será bueno, así que por el momento lo mantendré cerrado. Esconder mis sentimientos, para que nadie los hiera.Solo cuando vea que realmente estoy preparada de nuevo, lo haré.
-Killer Queen”
Pero temo hacerlo, temo que me vuelvan a hacer daño.
No sé si enamorarme de nuevo es la respuesta. No sé si abrir mi corazón será bueno, así que por el momento lo mantendré cerrado. Esconder mis sentimientos, para que nadie los hiera.Solo cuando vea que realmente estoy preparada de nuevo, lo haré.
-Killer Queen”
Pensaba
eso realmente, pensaba que si era fría no se enamoraría y así no le volverían a
hacer daño.
Recogió
todo, y volvió a casa otra vez andando. Pues el aire helado le despejaba la
mente, le gustaba ese frío propio de la época.
Al
llegar a casa encendió la chimenea; el olor a leña quemada inundaba la
habitación y a Alex le encantaba. Cerró los ojos para sentir bien el calor y
ese olor, se sentía tan bien con la sensación de sentirse segura. Ya en el sofá
se dispuso a leer un libro.
Pero escuchó una notificación, de nuevo J. le había dejado un mensaje en el blog.
“No te rindas.
-J.”
Aprendiendo a amar - Capitulo 3: El anónimo
“El
amor es un juego, se pierde y se gana. Pero no dejes de jugar. Date revancha.
Nadie tiene la obligación de hacerte feliz. Es tu deber ser feliz por ti misma. Más allá de todo lo demás. Entonces nadie puede lastimarte sin tu consentimiento. Recuerda eso.
Nadie tiene la obligación de hacerte feliz. Es tu deber ser feliz por ti misma. Más allá de todo lo demás. Entonces nadie puede lastimarte sin tu consentimiento. Recuerda eso.
J.”
Alex se
quedó contemplando la pantalla del ordenador durante bastante tiempo. Ese
comentario hizo que se le abrieran los ojos. Pero, ¿quién era esa persona?
Cogió el teclado del ordenador y decidió responderle.
“Tienes
razón, muchas gracias por hacer que abra los ojos. Me gustaría saber quién eres
para agradecértelo mejor”
A los
dos minutos, que para Alex parecieron horas, logró su respuesta.
“No
importa mi nombre, lo único que quiero es ayudarte a que veas mejor tu
situación.”
Alex
decidió no responder, pues creía que no era necesario; pero aun así tenía la curiosidad
de saber quién era esa misteriosa persona.
¿Quién es esa persona que la intentaba ayudar?
Entonces
cayó en la cuenta de que podría ser su amiga Calíope; pero no, esa persona
había firmado con una J. ¿Quién era J?
Alex no conocía a nadie que su nombre empezara por esa inicial.
Estaba
intrigada, ya que nunca antes, nadie le había aconsejado sobre esos temas.
Decidió preguntarle que si lo conocía de algo, y la respuesta que obtuvo le
impresionó.
“Si, sí
que me conoces. Lo que pasa es que hace mucho tiempo que no nos vemos, y claro,
ya no te acordarás de mí. No quiero decirte quien soy, pretendo que lo
averigües”
Empezó
a pensar en todas aquellas personas que conocía cuya inicial empezase por J.,
pero nada, no se acordaba.
En vez
de volverse loca intentando recordar nombres, quiso hacer lo que dijo: indagar
quién era.
domingo, 19 de enero de 2014
Aprendiendo a amar - Capitulo 2: Olvidar
Pasaba un mes desde aquella tarde lluviosa de diciembre. Alex seguía afligida y lo único que le aliviaba era escribir en las redes sociales y escuchar música.
No podía borrar esa imagen de su cabeza, cada noche soñaba con él besando a otra; entregando sus labios a aquella mujer que no era ella. Solo podía pensar en eso, y para liberarse de aquel pensamiento decidió empezar a escribir sus razonamientos en un blog.
“3 de Enero:
Me siento totalmente ignorada en este mundo llamado sociedad, por eso he decidido crearme el mío propio.
Hace un mes descubrí que la persona a la que amo (y sí, aun lo hago) me engañaba con otra. Era tan feliz con él, pero todo era una mentira. Ya no sé si esos te quiero eran reales o solo eran parte de un guion.
Me siento dolida, porque me dijo que siempre estaría a mi lado, que era la mujer que tanto había buscado, que era perfecta… pues todo eso se ha ido a la mierda.
Al verlo con otra, mi corazón se rompió en mil pedazos, lloré como nunca lo había hecho y todo porque el amor que siento por él era y es muy grande.
No sé qué hacer, quiero olvidarlo, pero los recuerdos no me dejan.
Era tan feliz, y hacía tanto tiempo que no lo era. Desde el instituto no lo era.
Quien no me conozca no lo sabrá, pero en el insti sufrí el llamado acoso escolar. Y al terminarlo apareció él y me dijo que no me haría tal daño… pero lo ha hecho.
Ahora no confío en nadie, lo mejor será esconder mis sentimientos, así nadie me hará daño nunca más. Creo que es lo mejor. No volver a enamorarme. No volver a amar.
Esto es todo por el momento, ahora solo quiero olvidarlo; ¿pero cómo lo hago?
Fdo. Killer Queen”
Al publicarlo, Alex se sintió liberada de ese peso que llevaba. Estaba segura de que escribiendo sería una manera de escape que le ayudaría a olvidar el amor que sentía por ese chico. A olvidar que lo quería y a olvidar todos aquellos malos momentos.
Fue hacia la cocina, se hizo un té y sentada en el sofá mientras se fumaba un cigarro y bebía, observó que en la entrada que había escrito hace apenas unos minutos, un anónimo había dejado un comentario.
No podía borrar esa imagen de su cabeza, cada noche soñaba con él besando a otra; entregando sus labios a aquella mujer que no era ella. Solo podía pensar en eso, y para liberarse de aquel pensamiento decidió empezar a escribir sus razonamientos en un blog.
“3 de Enero:
Me siento totalmente ignorada en este mundo llamado sociedad, por eso he decidido crearme el mío propio.
Hace un mes descubrí que la persona a la que amo (y sí, aun lo hago) me engañaba con otra. Era tan feliz con él, pero todo era una mentira. Ya no sé si esos te quiero eran reales o solo eran parte de un guion.
Me siento dolida, porque me dijo que siempre estaría a mi lado, que era la mujer que tanto había buscado, que era perfecta… pues todo eso se ha ido a la mierda.
Al verlo con otra, mi corazón se rompió en mil pedazos, lloré como nunca lo había hecho y todo porque el amor que siento por él era y es muy grande.
No sé qué hacer, quiero olvidarlo, pero los recuerdos no me dejan.
Era tan feliz, y hacía tanto tiempo que no lo era. Desde el instituto no lo era.
Quien no me conozca no lo sabrá, pero en el insti sufrí el llamado acoso escolar. Y al terminarlo apareció él y me dijo que no me haría tal daño… pero lo ha hecho.
Ahora no confío en nadie, lo mejor será esconder mis sentimientos, así nadie me hará daño nunca más. Creo que es lo mejor. No volver a enamorarme. No volver a amar.
Esto es todo por el momento, ahora solo quiero olvidarlo; ¿pero cómo lo hago?
Fdo. Killer Queen”
Al publicarlo, Alex se sintió liberada de ese peso que llevaba. Estaba segura de que escribiendo sería una manera de escape que le ayudaría a olvidar el amor que sentía por ese chico. A olvidar que lo quería y a olvidar todos aquellos malos momentos.
Fue hacia la cocina, se hizo un té y sentada en el sofá mientras se fumaba un cigarro y bebía, observó que en la entrada que había escrito hace apenas unos minutos, un anónimo había dejado un comentario.
Aprendiendo a amar - Capitulo 1: Encuentro
Alex iba caminando feliz hacia el encuentro de su enamorado. Para ser el mes de diciembre, el sol le daba en la cara haciendo que sus ojos verde pardo brillasen y su pelo fuera como el mismo fuego.
Una leve sonrisa dibujaba su cara, era tremendamente feliz en ese momento. Caminaba tan entusiasmada que iba entonando una vieja canción de The Beatles, “all you need is love” repetía una y otra vez.
Se acercaba a su destino y el corazón empezaba a latirle con fuerza; tras días sin verlo, hoy por fin lo haría.
Dobló la esquina y su sonrisa se desvaneció. En un portal divisó a su querido con otra chica, abrazándola y dándole un beso en los labios. Alex se quedó inmóvil, sin saber que hacer; mientras el corazón que antes latía con fuerza ahora se encogía del dolor, y sus ojos que antes brillaban de felicidad ahora se empañaban.
Se dio la vuelta y comenzó a recorrer el camino de vuelta a casa, no quería ni mirar la cara de aquel que un día le dijo “te quiero”.
Mientras caminaba cabizbaja solo podía pensar “¿por qué me ha hecho eso?”…
De repente sonó un estruendo y comenzó a llover. Todo el mundo corría a cobijarse en algún portal o comercio, Alex no, ella caminaba bajo el aguacero.
En ese momento estaba sola en medio de la calle, y así quería estar. Se sentía triste y parecía que el tiempo la acompañaba. Notó como el pecho se le encogía y un nudo se comenzaba a crear en su garganta. Inició el llanto.
Llorando mientras las gotas de lluvia fría caían por su cara, eso le aliviaba.
Sacó las llaves del bolsillo y abrió la puerta de su portal, subió las viejas escaleras de madera hasta llegar a su viejo piso. Se acostó en la cama mirando al vacío. Estaba todo en silencio, solo se escuchaban las gotas de lluvia golpeando el cristal de la ventana.
Esa calma fue rota al sonar su teléfono, era él. Ella no quería cogerlo, y así lo hizo. Recibió un mensaje:
“¿Dónde estás, cariño? Te estoy esperando”. No respondió.
Cinco minutos más tarde otro mensaje:
“Me estoy preocupando, si quieres voy hasta tu casa”. Siguió sin responder.
“Voy ahora mismo hacia tu casa, ¿ok?”
“No hace falta que vengas nunca más, esto se acabó. Me has hecho daño, te he visto con esa rubia. Que te vaya bonito con ella”. Él no respondió.
Esa fue la última conversación que tuvieron ambos.
Ahora Alex solo quería olvidarle, olvidar que lo ama. Pero es muy difícil engañar al corazón.
Una leve sonrisa dibujaba su cara, era tremendamente feliz en ese momento. Caminaba tan entusiasmada que iba entonando una vieja canción de The Beatles, “all you need is love” repetía una y otra vez.
Se acercaba a su destino y el corazón empezaba a latirle con fuerza; tras días sin verlo, hoy por fin lo haría.
Dobló la esquina y su sonrisa se desvaneció. En un portal divisó a su querido con otra chica, abrazándola y dándole un beso en los labios. Alex se quedó inmóvil, sin saber que hacer; mientras el corazón que antes latía con fuerza ahora se encogía del dolor, y sus ojos que antes brillaban de felicidad ahora se empañaban.
Se dio la vuelta y comenzó a recorrer el camino de vuelta a casa, no quería ni mirar la cara de aquel que un día le dijo “te quiero”.
Mientras caminaba cabizbaja solo podía pensar “¿por qué me ha hecho eso?”…
De repente sonó un estruendo y comenzó a llover. Todo el mundo corría a cobijarse en algún portal o comercio, Alex no, ella caminaba bajo el aguacero.
En ese momento estaba sola en medio de la calle, y así quería estar. Se sentía triste y parecía que el tiempo la acompañaba. Notó como el pecho se le encogía y un nudo se comenzaba a crear en su garganta. Inició el llanto.
Llorando mientras las gotas de lluvia fría caían por su cara, eso le aliviaba.
Sacó las llaves del bolsillo y abrió la puerta de su portal, subió las viejas escaleras de madera hasta llegar a su viejo piso. Se acostó en la cama mirando al vacío. Estaba todo en silencio, solo se escuchaban las gotas de lluvia golpeando el cristal de la ventana.
Esa calma fue rota al sonar su teléfono, era él. Ella no quería cogerlo, y así lo hizo. Recibió un mensaje:
“¿Dónde estás, cariño? Te estoy esperando”. No respondió.
Cinco minutos más tarde otro mensaje:
“Me estoy preocupando, si quieres voy hasta tu casa”. Siguió sin responder.
“Voy ahora mismo hacia tu casa, ¿ok?”
“No hace falta que vengas nunca más, esto se acabó. Me has hecho daño, te he visto con esa rubia. Que te vaya bonito con ella”. Él no respondió.
Esa fue la última conversación que tuvieron ambos.
Ahora Alex solo quería olvidarle, olvidar que lo ama. Pero es muy difícil engañar al corazón.
Presentación
He comenzado a escribir lo que se parece a una novela, todo basándome en experiencias propias.
La historia relata como Alex, una chica introvertida y pesimista por como la trató el pasado, intenta avanzar en la sociedad e intenta volver a abrir sus sentimientos con ayuda de amigas y desconocidos también; para así ser capaz de poder amar de nuevo.
Espero que os guste, y no me critiquéis mucho, ya que es la primera vez que escribo en forma de relato.
Disfrutad.
La historia relata como Alex, una chica introvertida y pesimista por como la trató el pasado, intenta avanzar en la sociedad e intenta volver a abrir sus sentimientos con ayuda de amigas y desconocidos también; para así ser capaz de poder amar de nuevo.
Espero que os guste, y no me critiquéis mucho, ya que es la primera vez que escribo en forma de relato.
Disfrutad.
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