domingo, 26 de enero de 2014

Aprendiendo a amar - Capitulo 5: Consejos

Hacía tiempo que Alex no llamaba a Calíope para charlar, así que la invito a casa para tomar un café.
A las cinco la tarde, Calíope se presentó en su casa con una botella de vino.

 ¿Vino a estas horas? – reclamó Alex con una sonrisa en la cara.
-          – Nunca es mala hora para tomarse una copa de vino y charlar con tu querida amiga.

Calíope era de esas chicas que siempre tenían respuesta para todo, y era todo lo contrario a Alex. Calíope era alegre, sociable y lo que más le gustaba a Alex, una gran conversadora. Siempre tenía algún consejo guardado. Y en ese momento, Alex la necesitaba.

 – Preciso tu ayuda – dijo Alex mientras servía el vino en unas copas – Como sabrás, he dejado a Fran ya que me era infiel.
-          – ¡Y bien que has hecho! ¡A eso no se le puede llamar hombre!
-         – El caso es que – Alex comenzaba a dudar – Bueno, es que… aun le quiero, es difícil olvidar todo lo que pasamos juntos. No sé si me entiendes.
-          – Claro que te entiendo – Calíope le agarró la mano a Alex – Todos en la vida hemos estado enamorados de alguien, pero a veces ese amor se rompe, sea cual sea el motivo. Y es normal que aún sientas algo por él, es muy reciente todavía, y habéis estado mucho tiempo juntos. Lo que no puedes hacer es cerrarte en banda y dejar de amar.
-          – Ya lo sé, pero ahora tengo miedo a amar de nuevo – Alex dio un largo trago a la copa.
-         – Pues eso no deber ser así, tienes que darle oportunidades al amor y nunca rendirte. Sé que encontrarás a esa persona, puede que pase un largo tiempo, pero la encontrarás. El caso es que no debes rendirte, y tienes que ser feliz por ti misma no porque alguien te haga feliz. Eso es lo que pienso, puedes aceptar el consejo o dejarlo, pero solo quiero que seas feliz.
-           ¡Oye! – se sobresaltó Alex - ¿No serás tú ese tal J?
-          – ¡¿J!? ¿De qué me hablas?
-          – Bueno, es que empecé a escribir en un blog mis sentimientos y un tal J. me ha dicho más o menos lo que me acabas de decir tú.
-          – Pues te puedo asegurar que yo no he sido, querida – respondió haciendo un gesto que hizo sonreír a Alex– Me gusta cuando sonríes, tienes que hacerlo más a menudo.
-          – Lo haré solo por ti, Darling

Alex y Calíope siguieron toda la tarde con risas y charlando sobre arte, gusto que tenían ambas en común. Mientras caía la noche la botella de vino se iba quedando vacía.


Alex empezaba a sentirse feliz de nuevo.

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