“El
amor es un juego, se pierde y se gana. Pero no dejes de jugar. Date revancha.
Nadie tiene la obligación de hacerte feliz. Es tu deber ser feliz por ti misma. Más allá de todo lo demás. Entonces nadie puede lastimarte sin tu consentimiento. Recuerda eso.
Nadie tiene la obligación de hacerte feliz. Es tu deber ser feliz por ti misma. Más allá de todo lo demás. Entonces nadie puede lastimarte sin tu consentimiento. Recuerda eso.
J.”
Alex se
quedó contemplando la pantalla del ordenador durante bastante tiempo. Ese
comentario hizo que se le abrieran los ojos. Pero, ¿quién era esa persona?
Cogió el teclado del ordenador y decidió responderle.
“Tienes
razón, muchas gracias por hacer que abra los ojos. Me gustaría saber quién eres
para agradecértelo mejor”
A los
dos minutos, que para Alex parecieron horas, logró su respuesta.
“No
importa mi nombre, lo único que quiero es ayudarte a que veas mejor tu
situación.”
Alex
decidió no responder, pues creía que no era necesario; pero aun así tenía la curiosidad
de saber quién era esa misteriosa persona.
¿Quién es esa persona que la intentaba ayudar?
Entonces
cayó en la cuenta de que podría ser su amiga Calíope; pero no, esa persona
había firmado con una J. ¿Quién era J?
Alex no conocía a nadie que su nombre empezara por esa inicial.
Estaba
intrigada, ya que nunca antes, nadie le había aconsejado sobre esos temas.
Decidió preguntarle que si lo conocía de algo, y la respuesta que obtuvo le
impresionó.
“Si, sí
que me conoces. Lo que pasa es que hace mucho tiempo que no nos vemos, y claro,
ya no te acordarás de mí. No quiero decirte quien soy, pretendo que lo
averigües”
Empezó
a pensar en todas aquellas personas que conocía cuya inicial empezase por J.,
pero nada, no se acordaba.
En vez
de volverse loca intentando recordar nombres, quiso hacer lo que dijo: indagar
quién era.
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