Al
llegar a casa, Alex tuvo la necesidad de escribir en el blog.
“7 de
Enero:
Hoy he
conocido a una señora estupenda. Su nombre es Marfilia, hemos llegado a un
trato, ella me va a contar poco a poco porque está todos los días en el balcón
mirando a una fuente y yo tendré que hacerle compañía con unas pastas y té.
Tengo esa curiosidad de saber la historia, aunque sea una tontería, quiero
saberla.
Pero
bueno, no he venido aquí solo para decir eso; si no porque me siento
desanimada.
Hoy me
siento más fea de lo normal, nunca me gustó mirarme al espejo, pero hoy menos.
Me siento horrible.
Me siento horrible.
Ojalá
algún día llegue a ser guapa, y ojalá pueda verlo. Porque lo único que veo al
verme en el espejo es: a una chica gorda y fea, que está perdiendo la vista,
que tiene unos ojos horribles, que tiene una sonrisa falsa y que jamás en la
vida va a ser guapa. Ni siquiera llegar a ser bonita.
Mirarse
al espejo y darse asco: esa es mi vida. Y claro, me viene una pregunta a la
cabeza:
¿Quién
me va a querer si ni yo misma me quiero ni me tengo aprecio? ¿Quién?
-Killer Queen”
Alex
publicó la entrada con lágrimas en los ojos, se sentía realmente mal por su
aspecto desde hacía mucho tiempo, pero últimamente se había agravado el
problema.
Escuchó
el sonido de una notificación.
“Para
mí no eres fea, es más, me gustan tus ojos y tu pelo es precioso. Eres guapa,
créetelo. No te tienes porque dar asco. Y a tu pregunta, yo sé quién te quiere.
-J”
-J”
Alex lo
leyó varias veces, no se podía creer que alguien pensara que ella es guapa. De
hecho, no se lo creía, como siempre pensaba que se estaban burlando de ella. No
sería la primera vez.
Empezó
a creerse que ese J. solo quería ridiculizarla, nada más.
No
quiso responderle, y aun encima se enfadó. Tanto que toda la rabia empezó a salirle
en forma de gritos y lágrimas contenidas. Estuvo horas sollozando e increpando
a todo el mundo, histérica perdida. Gritando por todo el dolor sufrido y haciéndose daño ella misma en su cara.
Pero
cuando terminó y se tranquilizó se sintió muy bien. Todo aquello acumulado tras días de amargura
había salido y Alex se sentía más libre.
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