Llegaron
al piso de Alex, la chimenea seguía encendida tal y como la dejó al irse.
-
Voy a ir por unas copas de vino, ¿tinto o blanco? – le preguntó Alex a
Salva mientras se quitaba el abrigo.
-
Siempre tinto, ¿no recuerdas?
Alex
cogió una botella de vino tinto y dos copas. Salva estaba delante de la
chimenea calentándose las manos. Alex se sentó en el sofá, al verla, Salva se
sentó a su lado.
-
¿Tienes frío?
-
Para no tenerlo, esta ciudad en el mes de Enero es un congelador. He
metido un par de leños más al fuego.
-
Mejor, siempre me gusta tenerla encendida – respondió Alex
mientras llenaba las copas.
-
Aún recuerdo ese día en el que estábamos aquí y nos mirábamos
fijamente, y de repente entró el idiota de Manuel a interrumpirnos.
-
¿Interrumpir el qué?
ç
Alex
sabía bien la respuesta, pero quería que Salva lo dijera.
Ambos comenzaron a clavarse la mirada, Alex sentía como su corazón empezaba a latir fuertemente. Salva se iba acercando cada vez más, Alex notaba su respiración. Seguían mirándose y acercándose más. Parecía que el corazón se le iba a salir del pecho, Alex no podía más.
Se
fundieron sus labios en los de Salva, y él no se resistía. Sus labios estaban húmedos,
y ella disfrutaba besándolos. Notó como la mano de él se introducía por debajo
de su blusa. Alex se la quitó mostrando sus pechos, él se quitó la camiseta.
Siguieron los besos apasionados y cada vez más fogosos. Salva besaba a Alex por el cuello, algo que la volvía loca.
Él
empezó a quitarse los pantalones, estaba bastante excitado, al igual que Alex.
Sus respiraciones iban más rápido, y los cuerpos se movían estremeciéndose.
Alex se levantó y se quitó lo que le quedaba de ropa; en el sofá, se puso
encima de Salva. Y susurrándole al oído le dijo: “Quiero hacerlo ya”.
Salva
obedeció, ella se movía lentamente sobre él mientras gemía. Él la besaba por
sus pechos al descubierto. El movimiento se hizo más intenso y Alex no paraba
de gemir. Ya notaba como se le iba la cabeza, el momento llegaba para ambos.
Ella gritó, él suspiró.
Alex
puso su cabeza sobre los hombros de Salva, estaba extasiada. Se volvieron a
besar, pero esta vez más cariñosamente.
Alex
caminó desnuda hacia la ducha, Salva la siguió. Y la noche continuó entre besos
y dejándose llevar por la pasión.
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