Al ser
un sábado por la noche, el casco histórico de la ciudad se llenaba de gente con
la intención de reunirse en los varios bares que había en la zona. Más tarde
esas mismas calles se llenarían de jóvenes consumiendo alcohol y divirtiéndose
en los pubs aun cerrados.
Alex
contempló la vieja catedral. Ella siempre pensó que era siniestra, y de hecho
lo es en su interior; pero por la noche era hermosa. Las luces hacían que todos
los pequeños detalles surgieran. Alex lamentó no haberse llevado la cámara con
ella.
Siguió
caminando entre el gentío. De repente notó que alguien la llamaba, pero no hizo
caso.
-
¡Alex! ¡Ey, Alex! ¡Pelirroja! – gritaba una voz masculina.
Ya no
podía hacer como si no hubiese escuchado nada, era la única pelirroja de por allí.
-
¿Quién me llama? – miró alrededor.
-
¿Acaso no reconoces la voz de tu amigo Salva?
Alex se
sorprendió y le dio un gran abrazo. Hacía años que no lo veía, por lo menos
cinco años sin saber nada de él.
-
¡Salva, qué cambiado estás!
-
Tú también has cambiado, señorita – Salva mostró su sonrisa, a Alex
siempre le gustó esa sonrisa casi picara - ¿Te gustaría tomar algo y así nos
ponemos al día?
-
Por supuesto, contigo me iría hasta el fin del mundo; ¿recuerdas?
Ambos
recorrieron un par de calles hasta entrar en un local. Se sentaron en una mesa
apartada ya que no querían que alguien les molestase.
-
Bueno, ¿y que te cuentas? – preguntó Alex interesada.
-
Pues, como sabes estuve en Londres estos años, he terminado la carrera
y he conocido a una chica estupenda, aunque a veces dudo un poco; ¿pero quién
no tiene dudas en esta vida?
Alex se
desilusionó rápido, pues desde siempre se había sentido atraída por Salva y
ella notaba como él también lo hacía, pero el tiempo hizo su trabajo.
-
¿Y qué me cuentas de ti, Alex?
-
Pues aún sigo con mi pasión de la fotografía, y en terrenos amorosos
pues digamos que estoy soltera. No soy muy buena en esos temas – se rio para
disimular su tristeza.
-
Pues no sé por qué no eres buena, eres una persona cariñosa y
espectacular.
-
Gracias, pero sabes que no…
-
Bueno, no quiero discutir contigo en este tema. Hoy solo quiero
pasármelo bien.
-
¡Última ronda! – gritó el camarero.
-
Vaya, parece que van a cerrar, y yo que quería seguir charlando
contigo – dijo Salva.
-
Si quieres podemos ir a mi piso, no está muy lejos, ¿te apetece?
-
¡Contigo hasta el fin del mundo!
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