Hacía
tiempo que Alex no llamaba a Calíope para charlar, así que la invito a casa
para tomar un café.
A las
cinco la tarde, Calíope se presentó en su casa con una botella de vino.
–¿Vino a estas horas? – reclamó Alex con una sonrisa en la cara.
- – Nunca es mala hora para tomarse una copa de vino y charlar con tu
querida amiga.
Calíope
era de esas chicas que siempre tenían respuesta para todo, y era todo lo
contrario a Alex. Calíope era alegre, sociable y lo que más le gustaba a Alex,
una gran conversadora. Siempre tenía algún consejo guardado. Y en ese momento,
Alex la necesitaba.
– Preciso tu ayuda – dijo Alex mientras servía el vino en unas copas –
Como sabrás, he dejado a Fran ya que me era infiel.
- – ¡Y bien que has hecho! ¡A eso no se le puede llamar hombre!
- – El caso es que – Alex comenzaba a dudar – Bueno, es que… aun le
quiero, es difícil olvidar todo lo que pasamos juntos. No sé si me entiendes.
- – Claro que te entiendo – Calíope le agarró la mano a Alex – Todos en la
vida hemos estado enamorados de alguien, pero a veces ese amor se rompe, sea
cual sea el motivo. Y es normal que aún sientas algo por él, es muy reciente
todavía, y habéis estado mucho tiempo juntos. Lo que no puedes hacer es
cerrarte en banda y dejar de amar.
- – Ya lo sé, pero ahora tengo miedo a amar de nuevo – Alex dio un largo
trago a la copa.
- – Pues eso no deber ser así, tienes que darle oportunidades al amor y
nunca rendirte. Sé que encontrarás a esa persona, puede que pase un largo
tiempo, pero la encontrarás. El caso es que no debes rendirte, y tienes que ser
feliz por ti misma no porque alguien te haga feliz. Eso es lo que pienso,
puedes aceptar el consejo o dejarlo, pero solo quiero que seas feliz.
- –
¡Oye! – se sobresaltó Alex - ¿No serás tú ese tal J?
- – ¡¿J!? ¿De qué me hablas?
- – Bueno, es que empecé a escribir en un blog mis sentimientos y un tal
J. me ha dicho más o menos lo que me acabas de decir tú.
- – Pues te puedo asegurar que yo no he sido, querida – respondió haciendo
un gesto que hizo sonreír a Alex– Me gusta cuando sonríes, tienes que hacerlo
más a menudo.
- – Lo haré solo por ti, Darling
Alex y
Calíope siguieron toda la tarde con risas y charlando sobre arte, gusto que
tenían ambas en común. Mientras caía la noche la botella de vino se iba quedando vacía.
Alex
empezaba a sentirse feliz de nuevo.